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Las diarias horas

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Las diarias horas Se ha ido y estás solo pensando en ese apagado y hermoso reino del amor. En las horas dulces de lo amado ahora, sólo queda un rastro triste en las diarias horas  cuando siendo amante, esperabas. También, cuando contemplabas  su rostro joven en un grácil cuerpo, etéreo sobre las olas del mar y amándote tu amada te entregaba su cuerpo para que tu buscaras su ardiente boca  y por la cintura, tus fuertes brazos la abrazaran. Por momentos, pensé en como seríamos  ya sin amor, ya apagados todos los sonidos calladas las palabras en una insoportable levedad sin amor, ya nada. Pero claro, todo resulta arduo. Como lo es el amor, más difícil su distancia, también su presencia más luego, la larga duda  de las diarias horas.

El Club Dumas, uno de los grandes Clásicos del siglo XX

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Fotografía:  Victoria Iglesias   El Club Dumas   https://www.elespanol.com/blog_del_suscriptor/opinion/20180615/club-dumas-grandes-clasicos-siglo-xx/315288469_7.html “El fogonazo de luz provocó la silueta del ahorcado en la pared. Colgaba inmóvil de una lámpara en el centro del salón , y a medida que el fotógrafo se movía a su alrededor, accionando la cámara, la sombra provocada por el flash se recortaba sucesivamente sobre cuadros, vitrinas con porcelanas, estanterías con libros, cortinas abiertas sobre grandes ventanales tras los que caía la lluvia”. Así, con este soberbio claroscuro, comienza la novela El Club Dumas de Arturo Pérez-Reverte. En la trama, la propia sombra de Richelieu planea sobre la lectura y su protagonista, Lucas Corso. Un auténtico cazador de libros, al que el escritor dota de esa excepcional mirada revertiana sobre la vida y los hechos que van ocurriéndole. En cierto modo, como él los quiere vivir. Pues, otros per

Cuéntame #PoemasDeAmor Zenda

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Cuéntame Cuéntame con tus ojos los días en que recuerdas los felices besos y abrazos. Los paseos de la mano o agarrados a la cintura los cafés con leche condensada, mirando tus manos y tu blusa abierta,                              arrojando perfume. Cuéntame si no es mejor así la pasión de la letra                                          en una canción que entorna tus ojos y muerde tus labios. Cuéntame que no deseas exhalar                     el éxtasis de caricias mientras, a lo lejos, miras como un ejército de deseos llama a las puertas de tus oídos. Cuéntame y no sucumbas al olvido que recite el alma  del viento los sonidos para que embriagados de palabras y vino nos amemos eternamente,                                en un amor                                        a sangre y fuego.

EL PUENTE

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EL PUENTE Los chicos del lugar volvían de jugar cerca del puente de piedra. Siempre bromeando, con carreras y empujones, al grito de: ‘quién llegue antes’. Otras veces, clamando con un ruido comparado al de una bandada de cornejas pasando por la cruz del campanario. En la plaza, cerca de la iglesia, y sentado bajo la sombra de un olmo, estaba Germán Palacios. Germán Palacios era el más viejo del lugar. Cumpliría esa Navidad ochenta y nueve años, tenía los ojos alegres, las manos temblorosas y el pelo niveo. De pequeño fue cabrero; de joven, soldado en África. Más tarde, cultivó una pequeña parte de las tierras que heredó de sus padres, y cuando las fuerzas le empezaron a flaquear, se dispuso a esperar la muerte, a la que nunca deseaba, ni temía. Nadie en el pueblo contaba historias como Germán, ni traía a cuento de manera tan oportuna refranes o graciosos chascarrillos. Los chicos, al verlo, aceleraron su paso, y cuando llegaron a la plaza por el camino del puente,

Todos los mares conducen a Conrad

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https://www.elespanol.com/blog_del_suscriptor/opinion/20171212/269043097_7.html       De vez en cuando, la infancia y la juventud van de paseo por nuestra memoria como los fotogramas de una película . Nos recuerdan, tal vez, que siendo ya adultos, lo que no se olvida y te acompaña, se convierte para tu presente futuro inmediato, en la mochila de tu vida. Por eso, cuanto mayor vas siendo, con mejor nitidez se aprecian los recuerdos de juventud. El tempus fugit  se escribe con la letra clara del paso de los días. Acaso, en palabras de Conrad, la vida es sólo eso... un sueño y un temor .       El otro día rescaté unas fotos que disparé (hace poco más de un año) a un velero sobre la dársena sur del muelle de Santa Cruz. Unas jornadas profesionales me llevaron a la isla. Recuerdo que llegué a Tenerife finalizando el mes de noviembre. Con el mazazo reciente de la muerte de mi padre y en plena fiebre blackfridey , ya saben, calles llenas de una programada y enloquecida mu

SON LOS ÁRBOLES. Del poemario: "Donde habita tu rostro"

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SON LOS ÁRBOLES Nunca se fueron los árboles de mi memoria atrincherados, habitan un rincón de ese tiempo lúcido y sentido que me habla. Son esa ventana por la que miramos el verde y ocre del otoño el anuncio del llanto, que sobre los suelos en sus hojas, dejan las mañanas. La blanca nieve del invierno, que a la sazón en pinceladas dibuja los caminos de primavera para después, con sus ojos abarrotar de dorado los campos en verano. Son los árboles un tiempo sagrado donde pensar que a veces todo es inútil que nada es imposible. Que la derrota es un impulso donde la tristeza se desnuda en ferviente alegría. Son los árboles, con sus raíces hincadas en el dulce abismo de la tierra un grito a la vida.

NO ESPERES por Juan Pedro Iglesias García.

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NO ESPERES No esperes otro tiempo ahora toca vencerse al manto de las hojas al abrazo de los árboles al frío húmedo de los días a las caricias del otoño que templando el aire, dice adiós al Olimpo de las estaciones. No esperes a los que no están los que se han ido, pueblan tu memoria con imágenes que rompen su olvido haciéndote mirar atrás. No esperes nada desea a los demás en tus palabras un aliento una mirada un beso una sonrisa un abrazo. No esperes, desea que la belleza te colme que lea de tus labios cuánto despierta en tus anhelos entender a este mundo que se desmorona  entre palabras de papel. No esperes un tiempo nuevo en el espejo de tu alma, pues sonríen y lloran los días diciendo adiós a una estación, a un tiempo nuestro.

VUELVEN. por Juan Pedro Iglesias García.

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  VUELVEN Vuelven los prados a mi memoria entre moles de viejo granito por las blancas calles vuelven de un mar lejano las pisadas a la fina arena entre barcos que navegan sobre la libertad. Vuelven los juegos de mi infancia las viejas aventuras de piratas bajeles y corsarios también las niñas con falda que saltan sobre sus cuerdas largas.  Vuelven para marcharse otro día con el viento los besos y las caricias como también los silencios vuelven. Vuelven para recordarnos los espejos rotos   las miradas ausentes. Vuelven para hablarnos de lo que fuimos y ahora somos.

Zenda, Un año de libros

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Zenda, un año de libros Juan Pedro Iglesias García @jiglesiasgarci 07.04.2017 10:00 h.   Zenda, Un año de Libros   Hace un año que Arturo Pérez-Reverte nos dibujó un espacio, que en el imaginario de Zenda y rindiendo homenaje al género de la capa y espada con la novela de Anthony Hope , sería, como bien lo definió, “un territorio de libros, amigos y aventura”. Esa especie de “legión extranjera de libros y autores" como nos relató, ha fraguado un mundo literario de lo mejor del panorama nacional e internacional. Una apuesta para los amantes de la lectura que supone un verdadero referente en la Literatura universal.Ir a Zenda ha resultado ser la mejor de las aventuras ; permitiéndonos acudir como lectores a la serenidad de las palabras mediante la lectura. Un territorio en el que los sentim

VESNA

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VESNA  por Juan Pedro Iglesias García @jiglesiasgarci Ha pasado ya bastante tiempo desde que Vesna y yo nos conocimos. Lo que más tarde se interpuso entre nosotros, y también, lo que ninguno de los dos pudo ver, por estar oculto y ser desconocido, no lo deseábamos. Sólo atañe al reconocimiento, el tiempo de la amistad y del amor. En ocasiones, no imaginamos como de tristes pueden llegar a ser aquellos sucesos que no esperamos, mucho menos, que no queremos. Recuerdo como la guerra de Bosnia siguió ocupando durante mucho tiempo los telediarios y la prensa. Fueron tiempos remotos para la paz y el amor. Al otro lado, en la Europa del este, se libraba la mayor de las infamias. El odio y la crueldad se retroalimentaban con la sangre y las bombas. En contra de lo que les ocurría a otros, a mí me resultaba imposible mirar para el otro lado. Ser insensible me convertía en cómplice y mis sentimientos no lo soportaban. Recuerdo que llegué a conocer compañeros de mi entorno a los qu