LOS BARCOS REGRESAN MAÑANA
LOS BARCOS REGRESAN MAÑANA Al otro lado de los ventanales la oscuridad de la noche todavía estaba presente. El viento parecía haberse calmado un poco. A lo lejos, la negrura del mar se confundía con el cielo, y la silueta del horizonte había desaparecido. Tan solo algunas pequeñas luces, alejadas de la costa, centelleaban débilmente; como a punto de apagarse. Como otras tantas veces en los últimos años, Marie se había asomado a la puerta de la cocina aquella madrugada. ― ¿Cuánto tiempo estaréis fuera esta vez? ―preguntó―. ― Tal vez, veinte o treinta días ―dijo Frank, su marido―. La pesca en el Norte es ahora intensa y hay que aprovechar, ya conoces. ― Estate tranquila mamá―respondió su hijo David―, que ultimaba con el padre las últimas cosas que meter en el petate. No es la primera vez que salimos a faenar tantos días. ― Lo sé ―respondió Marie―. Ven aquí, dame un beso y un abrazo. Se despidieron en el umbral de la puerta de casa. No salgas ―le dijo Frank―, la noch